Tanto y tantas veces se ha usado este termino que es difícil desligarlo de su primero y mas aclamado significado: el cambio de signo en la política nacional. Pero no, no voy a aburriros con mas política trivial y sonajera.
Y aquí comienza el cambio: corrian los años sesenta, esos que la mayoría de vosotros no habeis conocido, aquellos en los que yo ya pateaba una pelota, y con cierto tino, porque no voy a decirlo.
Se respiraba un ambiente distendido, o por lo menos yo lo apreciaba de esa manera, los días eran refulgentes, los edificios no existían, no había ascensores (tampoco había donde subir con ellos), cuando el poniente se manifestaba era una especie de festin vendavalero diurno, aun mas si ya corria el mes de Mayo, cuando el solapio pegaba sin tregua ni perdón y la temperatura se hacia torrida incluso a altas horas de la tarde, entonces se agradecia el fresquito húmedo del poniente, que venia del rincón de las panochas, montaña a poniente que se llenaba de nublos y descargaba cuando estaba bien llena o le venia en gana.
Salias a la calle, por supuesto de tierra y piedras, sin acera, con una farola por distrito, de las que se atornillaban a una fachada privilegiada, donde pasaban las noches las salamanquesas disputándose palomicas pegadas a la pared, a la luz de la farola.
Y había cuatro ministerios, o menos, uno seguro, que era el de hacienda, en ese edificio que aun se conserva, con macetas en el patio, dos despachos en la planta baja, sin mostradores, con un ordenanza con gorra de plato, que amablemente te leia el periódico mientras hacias cola con el otro señor para que te atendiera D. Fulano, que era primo segundo de tu cuñada.
Y el ordenanza lo sabia y te preguntaba por la tia Mariquilla, la del pueblo, que enviudo hace unos cuatro años y se había ido a vivir con su hija, la que se caso con el camionero de Valencia, y justo en ese momento se abria la puerta de D. Fulano, mientras la atravesaba sin dar la espalda un señor con gorra en la mano y pantalón marron de pana de canutillo gordo, que cerraba la puerta delante de el, para no dar la espalda a D. Fulano en ningún momento.
..Y en ese momento el ordenanza se levantaba presto dirigiéndose a la puerta del despacho, cruzándose con el señor de la gorra, al que saludaba alzando la suya al cruzarse por el largo pasillo, y tocando suavemente a la puerta con sus nudillos, entreabría y con respeto cuchicheaba algo con D. Fulano, volviéndose al instante mientras te llamaba con un gesto de la cabeza. Te adelantabas por el pasillo, mientras empezaban a temblarte las piernas, y con la puerta ya abierta de par en par por el ordenanza, se adivinaba la silueta de un señor serio, con chaqueta y corbata, detrás de una mesa enorme, llena de papeles, que levantándose y dándote los Buenos Dias, te invitaba a sentarte.
…Entonces tú eres el cuñado de Dolores, mi prima segunda. ¿Qué te trae por aquí?
…Pues mire usted, D. Fulano, que recibimos el mes pasado en la casa una carta de aquí, del Ministerio, que dice algo del Pago de la Curva que no entendemos, y como salió la conversación el Domingo pasado con Dolores, me he tomado la libertad de su parte de venir a preguntarle y a ver si usted fuera tan amable de decirnos que significa. Ya sabe usted que nosotros no sabemos mucho leer.
Al llegar a la puerta te cruzas con uno de Black Star, con chaqueta, porra, grilletes y pistola, que te mira amenazante. Subes las escaleras, cruzas dos puertas de cristal y pasas por un torno que irremediablemente te hace pasar por un arco que pita endemoniado, avalanzandose hacia ti dos Guardias Civiles, echándote para atrás y diciendote que te vacies los pantalones, te quites la correa, pongas el chaquetón y la cartera en la cinta de goma y vuelvas a pasar con las manos despegadas del cuerpo.
Una vez repuesto del primer susto, te encuentras delante de un cartel de plástico de diecisiete colores con dos bandas azules a los lados y letras mayúsculas en la cabecera, donde se señalan una veintena de secciones, negociados y secretarías, que no eres capaz de leer, y si lo haces es peor, pues no te enteras de nada, ni existe lógica que las desentrañe.
Te diriges a un cartel familiar que pone INFORMACION, y cuando llevas cinco minutos delante del funcionario que hay detrás de la mesa hablando por teléfono, tapando el micrófono con la mano, te pregunta si has cogido número… ¿Qué numero? ¿Dónde están los números?
…En la columna de la entrada, en el dispensador rojo, el del letrero de ASISTENCIA AL CIUDADANO.
Claro, como no pone INFORMACION no había pensado que había que coger numero.
Bueno coja un numero y yo le atiendo.
Te diriges al dispensador, cojes un numero y lo miras, el 763D, y te vuelves con cara de panfilo al mostrador de INFORMACION, donde el señor de detrás de la mesa continua hablando por teléfono, y sosteniendo el numero entre los dedos, pones la mano encima del mostrador de Silestone como quien no quiere la cosa, pero al alcance de la vista del telefonohablante. Te mira con desgana, dice que tiene que colgar, te quita el numero de la mano y te que pregunta:
¿Que quieres?
Enseguida respondes que tienes una citación para el Negociado de Asuntos Economicos Locales, que recibistes el mes pasado y no te ha sido posible venir antes.
Con un gesto de la mano, te solicita el documento, que sacas dentro de un sobre abierto y se lo entregas. Lo mira con desprecio, se fija en la fecha y te responde: Esto hace mas de un mes, por lo que ya ha caducado, tienes que hacer un escrito dirigido a la Subsecretaria de Recursos y Notificaciones, para que te vuelvan a enviar la carta y tengas cuidado de venir cuando te llamen, ya que después de la segunda citación pasa a Ejecutoria.
Te cagas en su puta madre por dentro, le enseñas una sonrisa de dientes y le preguntas desilusionado: ¿Dónde esta la Subsecretaria de Recursos y Notificaciones?
Se ha trasladado al otro lado de la ciudad, ya que el despacho de arriba esta de obras, pero son las 12:45, cierran a las 13:00 y no te va a dar tiempo de llegar.
Te das media vuelta, pasas rápido delante de los Guardias Civiles, casi chocas con las puertas de cristales automaticas de lo rápido que vas por el cabreo que llevas y prefieres no mirar al de Black Star, porque eres capaz de meterte en un follon.
Os dais cuenta, queridos lectores, de lo que significa el titulo del post de hoy: EL CAMBIO MELANCOLICO.
¿ A que os gustaría ser el cuñado de la Dolores aunque solo fuera durante un día?
Cuñao, pedazo de post!!
ResponderEliminarMe ha encantado. Claro que yo necesitaria unos 30 años más o menos para poder hacer un post similar, así que en vez de "el cuñado de Dolores", prefiero seguir siendo "yo", pobre de mi, que no se lo bien que se vivia antes,acostumbrado a lo peor de hot pero...sin patas de gallo!! jajaja
Un abrazo
Por qué plagias mi nombre??
ResponderEliminarPues porque me ha gustado mucho el artículo, que si no... No tenemos que irnos tampoco muy lejos, me acuerdo que cuando era niño las cosas se hacían más sencillas, más concretas, que se respiraba de distinta manera, incluso cogíamos los gusanos de seda de los árboles que había en la Rambla antes de que la cambiaran por completo.
Por eso siempre he dicho que la felicidad conforme se experimente se pasa, y lo que se produce luego es la melancolía.
Un abrazo.